Lo común de esta frase es escucharla al revés, “ver para creer”; ¿pero siempre es así?
Cuantas veces necesitamos creer que algo es posible para que ocurra.
Este juego de palabras deja en evidencia dos formas muy diferentes de ver las cosas.
Hace poco postee algo al respecto en mi IG, “cómo el lenguaje y lo que decimos nos constituye en el tipo de seres humanos que somos”. Lo que decimos y la forma en que lo decimos no es inocente, siempre tiene una implicación con quienes estamos siendo y las palabras que elegimos generan entre otras cosas identidad, estar atentos a esto es un punto importante para la tan deseada transformación.
Pero volviendo a la frase del título y atendiendo la necesidad de muchas organizaciones que quieren transformar su realidad por que los resultados no son los deseados o simplemente porque algo de esa realidad no les hace bien les pregunto: ¿Realmente creen que es posible cambiar?
Me pasa muy frecuentemente en empresas, con equipos de trabajo con los que interactúo que están muy motivados con modificar algunas situaciones, identifican el problema, ven la necesidad de cambiar, pero cuando indago un poco no siempre lo creen posible y caen en la trampa de ver para creer.
Esta creencia de que algo se tiene que manifestar para que yo crea muchas veces es limitante y de ante mano estoy cerrando posibilidades, estoy coartando directa o indirectamente mi capacidad de acción, mi capacidad de manifestar otras formas de ser que sean acorde al objetivo planteado.
Creer que es posible es indispensable, sin ese punto de partida no podemos avanzar al cambio, como dije anteriormente lo observo en empresas que creen caminar hacia una visión compartida, pero que el día a día marca otra cosa y los obstáculos en el camino obstruyen esa visión de adonde quieren llegar.
Hay infinidades de situaciones que nos alejan de los objetivos propuestos, generalmente son las relaciones las que muestran el quiebre y ponen de manifiesto la problemática. Y es ahí donde el Coaching trabaja a través de herramientas concretas para construir una realidad diferente, pero este es un trabajo compartido porque el Coach no lleva consigo una varita mágica ya que necesita de los seres humanos que integran esos equipos y de su compromiso para hacer que las cosas cambien.
Trabajar con grupos de personas ofreciendo talleres es lo que más me motiva de mi profesión, propiciando acuerdos, consenso, soluciones para el bienestar común; y ver como surgen resultados de quienes integran estos equipos, es sin dudas un gran aliciente para seguir creyendo firmemente en lo que hago. “CREER PARA VER”.