El miedo: el silencio más común en el entorno laboral

A partir de su publicación “Trabajo y Emociones”, la Lic. Denise Armando nos propone un análisis sobre el “miedo” y cómo afecta en los lugares de trabajo.

Actualmente la cuarentena cambió la naturaleza de los trabajos, de las relaciones e intervino en los lazos humanos en muchos y diferentes sentidos.   Aparecieron miedos al contagio de quienes trabajan en actividades esenciales, angustias por las situaciones de aislamiento de los que viven solos y estrés provocado por las dificultades para trabajar desde casa.  La flexibilidad gradual de la cuarentena extensa ya está despertando expectativas contrarias: por un lado, la necesidad de salir y recuperar la libertad; por el otro, el miedo a una nueva adaptación a las diferentes áreas de la vida, como ser el trabajo.  Es así que empiezan a aparecer pensamientos y estados emocionales asociados a lo que vendrá.

Las emociones son inseparables del ser, no mueren nunca y tienen la capacidad de aparecer y desaparecer de forma repentina.  Se puede afirmar que todas las emociones están presentes, en mayor o menor grado, en el entorno laboral y en las relaciones entre personas trabajadoras de la organización.  Pero algunas pueden afectar de forma más negativa al personal y perturbar más significativamente el preciado bienestar organizacional.  Las emociones, descuidadas y descontroladas en muchas ocasiones por los responsables empresariales, acaban afectando negativamente a las relaciones con los demás compañeros y enrareciendo el ambiente laboral.

La emoción del miedo en el entorno personal y organizacional tiene principalmente una función adaptativa que ayuda al organismo a ajustarse a los cambios de su entorno y lo prepara para protegerse de algo o alguien.

Hay que tener presente que una de las mayores fuentes de ansiedad y miedo de las personas trabajadoras es la creada por la incertidumbre de su futuro laboral, que caracteriza a toda relación laboral actual.  La incertidumbre provoca también preocupación, lo que tiene consecuencias tanto en la salud física como en la salud mental de los trabajadores.  El miedo puede ser tanto objetivo como subjetivo, real o imaginario, racional o irracional, y está en función del sujeto que lo padece, de su percepción, y del sistema de creencias y recursos que le pueda servir como sistema de seguridad.   En la actualidad, la sociedad mira al futuro con inquietud, puesto que los lazos afectivos y sociales que unen a las personas son muy frágiles y se rompen con más facilidad. El peligro, también causa miedo.

La eliminación del miedo es necesaria para crear un ambiente de confianza y cooperación.  El miedo puede pasar desapercibido, pero sus efectos pueden ser desbastadores.  Tiende a actuar como un ruido de fondo, al que no le prestamos atención hasta que interfiere significativamente con la posibilidad de comunicarse.   Uno de los efectos del miedo es el silencio entre los trabajadores, quienes prefieren no comentar errores para no ser castigados y asumen actitudes negativas con relación al trabajo. De este modo los errores pueden repetirse, no se presenta desarrollo organizacional, y se afecta la comunicación entre equipos de trabajo y compañeros. El miedo afecta la creatividad y la innovación de trabajadores, ya que el cerebro pierde concentración sobre el trabajo para centrar su funcionamiento en el peligro y el modo de salir de él. Como consecuencia, las organizaciones se afectan en su aprendizaje organizacional y carecen de talento humano, el cual les permite la competitividad y atender a sus clientes.   Se generan enfermedades que aumentan los índices de ausentismo y rotación de los empleados, lo que acentúa los costos por sustitución de empleados y entrenamiento, así como las quejas de los clientes.  El miedo también produce resistencia al cambio, ya que los trabajadores prefieren evitar riesgos y mantener sus costumbres, lo que genera visión a corto plazo y estancamiento organizacional, a la vez que incide en la implementación de cambios para competir en el mercado y formular estrategias a largo plazo.

El miedo y la angustia son emociones esperables en este tiempo. Si contamos con herramientas para manejar esas emociones, podemos prevenir que se transformen en un síntoma.   No cabe duda de que el entorno laboral es el escenario que más ha cambiado desde el estallido de la crisis.    No debemos huir del miedo o negarlo, debemos tratar de observar sus repercusiones:  qué está impidiendo que uno haga, en qué parte del cuerpo se “instala“ y qué efectos tiene.

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