De aquellas noches del comienzo en las cuales repartían en una moto los pocos pedidos que llegaban, a este presente como empresa líder del mercado, han pasado menos de tres años. Conocé la historia de estos jóvenes que piensan, trabajan y viven como adultos exitosos.
Unidos por la facultad, el deseo de empezar un emprendimiento y el coraje para intentarlo, Lucas y Matías Aimo se asociaron a la idea de Santiago Darrigo de replicar lo que había visto gracias al deporte en Santa Fe y Rosario, y así empezaron con el delivery de bebidas los fines de semana. Tres años después, Lucas y Santiago reciben a nuestra redacción para contar su enorme progreso.
¿Cómo fue el comienzo y a qué se debe el nombre Flaming?
L: Yo tenía la idea de poner un supermercado online pero era una inversión muy alta por la cantidad de productos, y una tarde en la Facultad me comenta Santiago su idea de replicar en Rafaela lo que había visto en Santa Fe, ya que era tendencia entre los chicos de nuestra generación el hecho de comprar por delivery la bebida de las previas. Como estábamos con ideas similares y estudiábamos carreras afines (Matías está en el ultimo año de Contador Público y Santiago a unos pocos finales de ser Administrador de Empresas) decidimos probar con ese proyecto y unir nuestro potencial
S: El nombre surge en la casa de mi abuela, lugar que ejercía como depósito y oficina en aquel momento, y tiene que ver con un capítulo muy conocido de los Simpsons en el que Homero inventa un trago que luego sería nombrado Flaming Moe. Empezamos con una inversión mínima en Septiembre de 2017 y realizando todas las actividades entre nosotros tres, venta, publicidad, delivery, etc.
¿Cuáles creen que fueron las ventajas comparativas en aquel momento?
L: Desde el primer momento estábamos convencidos de que lo que vendíamos no era un producto sino un servicio, era el hecho de recibir bebida en tu domicilio, sin tener que moverte de ahí, pero también éramos concientes de que en Rafaela no alcanzaba solo con un buen servicio sino que había que dar además el mejor precio. Nuestra idea siempre fue profesionalizar el emprendimiento para poder empezar a crecer, a medida que nos fuimos haciendo fuertes en las redes sociales y manejamos mayor volumen, conseguimos precio de mayorista, y de ese modo mejoramos mucho el servicio, ya que además de comodidad también ofrecíamos el mejor precio del mercado.
S: El hecho de no tener que sostener una estructura física sino virtual, y que agregamos márgenes de ganancia muy chicos nos permitió encontrar un mercado muy rápido. Al principio fue mucho laburo propio y de a poco fuimos ampliando el equipo de trabajo.
La clave fue lograr venderle una idea a los grandes mayoristas de bebidas, ya que nuestra posibilidad de compra era escasa en un comienzo, pero logramos convencerlos de que el mercado del delivery crecería mucho con el correr de los años.
¿Cómo es hoy el presente de la empresa?
L: La realidad actual es muy distinta a lo que fue al comienzo. Como te decía antes nuestra idea siempre fue profesionalizar cada sector, nunca quedarnos quietos, y hoy contamos con un área de comunicación, una de logística, un departamento de sistema para la plataforma de delivery, empresas asociadas como Bartender, venta al público, venta mayorista a bares, depósito propio.
S: La representación de vinos Garden y de Havanna, tenemos clientes en Esperanza, en Sunchales. Manejamos un volumen muchísimo mayor de bebidas, y sumamos otros productos en nuestro local, como la sección Tentate. También ofrecemos el servicio de barras y chopp para festejos familiares o eventos masivos. Y con la pandemia subió exponencialmente la venta por delivery.
Mucho se habla en la ciudad de la llegada de la marca Havanna…
L: Para nosotros fue y es un gran desafío por todo lo que representa la marca, y también una enorme oportunidad, ya que nos abre el mercado a otro tipo de clientes. Tenemos un convenio directo con la fábrica, tuvimos la suerte que por primera vez Havanna abre a distribución por zonas, porque antes era solo mediante franquicias.
S: Armamos un correo institucional a la página de Havanna para probar qué pasaba, y esa misma tarde nos habló una vendedora. Estuvimos negociando un mes aproximadamente, mostrando lo que estábamos haciendo, muchas conversaciones, y como la zona estaba libre decidieron otorgarnos la distribución. Al principio pensamos que no podríamos llegar a los límites semanales que nos imponía la empresa, pero en pocos días ya logramos subir esos límites porque hubo una gran demanda en la ciudad, en nuestro local y también por delivery. La idea es ampliarnos en toda la zona y agregar bares y cafés de la ciudad.
¿Recibieron apoyo en algún momento de la Municipalidad de Rafaela?
L: Me saco el sombrero con la Municipalidad de la ciudad, y quiero destacar a Diego Peiretti que siempre nos dio una mano. Cuando arrancamos lo primero que pensamos fue en ponernos bajo el ala y no ir por fuera. Nos metimos en Rafaela Emprende, en Rafaela Impulsa, en el Centro Comercial, éramos parte. Y ellos ahora ven que el proyecto que impulsaron fue y es exitoso gracias a su apoyo. Uno de los principales problemas de vender bebidas es el tema de las edades. Nosotros como política de la empresa no tomamos pedidos virtuales de menores, y tampoco dejamos que sea un menor quien recibe la bebida. En eso también recibimos apoyo de la Municipalidad, sobre todo al momento de tener las habilitaciones correspondientes.
¿Qué proyectos hay a futuro?
S: Muchos, la clave de Flaming es que nunca nos quedamos quietos, y todo el tiempo pensamos nuevos caminos para fortalecer y seguir creciendo. Por lo pronto estamos viendo la posibilidad de llevar nuestra propia marca a San Vicente y abrir una especie de franquicia para probar si funciona. Crecer en la zona con la representación de Havanna, ampliar nuestra oferta de vinos y potenciar nuestras carreras universitarias al mismo tiempo que trabajamos en este emprendimiento.
L: En mi familia está muy presente la cultura del trabajo, y nosotros con mi hermano Matías de chicos estamos acostumbrados a ganarnos con nuestro trabajo aquello que deseamos. Estamos agradecidos de eso, y nos hizo siempre intentar nuevos desafíos laborales. Hoy tres años después de haber empezado nos cuesta tomar dimensión de nuestro crecimiento, pero la idea es seguir creciendo y no quedarse, sin ese pensamiento hoy seguiríamos repartiendo fernet en moto desde la casa de la abuela de Santiago.
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