Cuando trabajar es un placer

Actualmente crece el número de profesionales que, aparte de su trabajo habitual, encuentran en su hobby una alternativa laboral, incluso algunos llegan a transformarlo en un emprendimimento. Mariana Neffen, nos cuenta su experiencia.  

“El desorden es la delicia de la imaginación” dijo alguna vez Paul Claudel.

Mi cabeza siempre fue un desorden de ideas, motivaciones y pasiones muy dispares que conviven y cambian rutinariamente; pero todas ellas persiguen la belleza y una mirada estética y sensible de lo que me rodea.

Busco crear espacios, ambientes, o una simple celebración cuidando los detalles, colores; eligiendo cada elemento para que nada sobre y sea sensorialmente una experiencia inspiracional.

Gracias a la libertad que siempre tuve  y mi curiosidad, pude desarrollar, diseñar, crear y cambiar de ocupación muchas veces, escapo al lugar de comodidad porque necesito la adrenalina de aprender, el desafío de desafiarme y emprender.

Cuando inicié mi cuenta de Instagram, mis aspiraciones no iban más allá de compartir un retazo de imágenes de lo que hacía a diario, de mi trabajo y de mi vida que siempre estuvieron enredados. Con los años, surgieron trabajos, un libro, colaboraciones, alianzas, mucha gente talentosa en el camino y un puñado de amigos. A mi favor, debo decir que siempre estuve abierta a las oportunidades y propuestas, por placer, por reto, y sobre todo por el disfrute y felicidad que me dá hacer lo que hago.

Concibo las casas como el hogar donde una o muchas personas viven, crecen, sueñan, construyen tradiciones y recuerdos. Entre sus paredes pasan los días, cumpleaños, navidades, soledades, desvelos y encuentros. Por ello creo que la decoración no es un lujo, no es un pasatiempo frívolo carente de sentido.

Hacer de nuestros hogares un lugar donde nos reconocemos, con los colores que nos gustan, los objetos que apreciamos, los espacios que necesitamos y las texturas que deseamos abrazar es una ofrenda que nos hacemos a nosotros y nuestra familia.

Nuestra casa nos delata, habla de nosotros, nos presenta y expone, por eso cuando abrimos sus puertas abrimos un poco más que un trozo de madera, estamos invitando a alguien que conozca un espacio donde nosotros gobernamos.

 

Una casa viva, que va cambiando, que fluye, que tiene a alguien que te espera, flores frescas en el jarrón, música y aroma a bizcochuelo es para mí una idea muy cercana a la felicidad.

Mi casa  hoy, se convirtió en mi búnker, mi refugio seguro. Cómo no quererla, cómo no cuidarla, como no hacerla cada día más linda.

 

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