Muchas veces leemos la importancia de la innovación, de estar abiertos a las nuevas formas de comercialización y a la oportunidad de mercados actuales sin desarrollo, pero no es mucho lo que se habla de los pro y las contras de ser una empresa antigua con larga tradición.
Sin duda que es importante y determinante el presente en los negocios, la forma actual de publicitar y vender productos, pero también lo es el hecho de estudiar fábricas o comercios en los que juega el peso de su historia. Voy a tomar como ejemplo nuestra fábrica, pero bien vale para cualquier otra empresa.
No es exacta la fecha, pero aproximadamente a fines de siglo XIX nuestro bisabuelo Gaetano Colsani decidió empezar en el rubro farináceo, después de fracasar con la fabricación de ladrillos y, luego, hornos de panadería. Dado el stock de hornos sin vender que tenía y la necesidad de contar con un ingreso de dinero, instaló una panadería, rubro que por aquel entonces tenía como principales productos el pan y los bizcochos de grasa.
Estamos hablando de más de 120 años atrás, un mundo completamente distinto en cuanto a tecnología, costumbres y conocimientos. Un mundo en el cual todos los inmigrantes empezaban a instalarse en Argentina buscando una actividad rentable.
Poco sabemos de esta panadería y su desarrollo hasta que mi abuelo Pedro y sus hermanos y hermanas tomaron el control un poco antes de la mitad del siglo pasado. Pero si logró sostenerse más de 40 años seguramente haya sido un negocio próspero y redituable.
La llegada de la nueva generación y los avances del mundo permitieron que la empresa creciera y comenzara lentamente a diversificarse en cuanto a productos ofrecidos. La mudanza a un lugar más grande y céntrico le permitieron crecer e imponer la marca y el apellido, que en nuestro caso siempre fue de la mano.
Pero no fue sino hasta que mi padre, Cayetano Colsani, se hizo cargo del negocio junto a sus hermanas, que esa panadería dejó de ser solo eso para crecer y crecer hasta abarcar más de 300 productos entre lo que se fabricaba y lo que se revendía, abriendo sus ventas fuera de la ciudad.
Luego de varias décadas de crecimiento empezó una caída fuerte de rentabilidad, y bajo un contexto de país muy desfavorable, la empresa tuvo que presentarse a quiebra y todos sus bienes fueron entregados como parte de pago a los acreedores.
Sin embargo la marca pudo sostenerse gracias a su producto emblema, un pan dulce premium de nombre Pan del Cielo que desde hacía varios años se vendía en una gran parte del país. Con un salón alquilado y la ayuda de los clientes más importantes, la panadería logró subsistir y transformarse en lo que todavía es hoy, una fábrica de pan dulces premium que solo agrega algunos productos el resto del año.
Ahora que ya tenemos un breve resumen de la historia de nuestra marca, podemos analizar características específicas de aquellas empresas con un largo existir en el mundo de los negocios.
Empecemos por lo negativo, que en proporción a las ventajas es mucho menor. Quizás lo peor sea el riesgo de quedar obsoletos, con el correr de las décadas, por el cambio que va sucediendo en el planeta, lo que obliga a estar siempre actualizados y a realizar inversiones a corto plazo, pues las condiciones económicas, como pasó en el momento de quebrar, pueden arruinar la planificación a largo plazo.
Otras cuestiones negativas podrían ser el cansancio del cliente ante una misma marca, la necesidad de educar a quienes heredan el negocio, la posibilidad de quedar “fuera de moda” o que ya no se consuma en el mundo el producto elaborado, y la repercusión que tiene una equivocación cuando se pone en juego el prestigio.
Pero lo más importante, y que puede servir como ejemplo o enseñanza a las nuevas empresas, son las ventajas únicas e incomparables que da el paso del tiempo.
La ventaja más importante quizás sea la solidez, la fuerza con que la historia impone una marca en cualquier mercado, ya que el cliente siempre tendrá confianza en el conocimiento que da la experiencia. (Pensemos, por dar solo un ejemplo, si preferiríamos ser operados por un doctor novato o por uno con basta experiencia).
Otra ventaja muy importante es la enseñanza que dejan los errores del pasado, evitando así caer en problemas graves o intentar innovaciones que no llegan a buen puerto. No tropezar dos veces con la misma piedra.
El renombre adquirido en nuestra clientela de generación en generación sin necesidad de publicidad, el orgullo y las obligaciones que da esa historia pasada, siendo siempre un empuje a continuar por mucho tiempo, los negocios hechos por nuestros antepasados que perduran aún hoy, son otras de las tantas ventajas de ser una fábrica histórica.
Sin dudas el mundo necesita nuevos emprendimientos que respondan a las necesidades del presente, pero también, el mercado necesita de las empresas líderes, que desde su conocimiento y desarrollo sirven de base para nuevos competidores, como libro que quita dudas y revela el camino apropiado para subsistir.
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