Cancelación y redes sociales

¿Qué es? La cancelación es una forma de censura practicada por las masas, utilizando como principal herramienta el escrache y la difamación, siendo las redes sociales el medio predilecto para su ejercicio. Lo que se persigue con esta especie de bullying virtual es que una persona, marca o institución, por haber manifestado una idea o por representar una forma de pensar que se considera inaceptable, sea eliminada de determinado contexto. El resultado de este proceso es la imposición de la opinión políticamente correcta como única postura aceptable, empobreciendo toda posibilidad de diálogo o debate.

El fenómeno tiene su origen en una forma de ciberactivismo: miles de usuarios organizándose en red para retirar su apoyo a determinado artista o producto por motivos ideológicos. El problema surge cuando esta alternativa razonable y válida de dejar de seguir a una personalidad o de consumir una marca, se convierte en una campaña activa y organizada para exigir que eso que resulta inapropiado para algunos, o para muchos, sea eliminado para todos. Y se agrava cuando esta práctica deja de apuntar sólo a grandes empresas o personajes públicos para afectar potencialmente a cualquiera.

Manifiesto de Harper’s. En el número de julio de 2020 de la revista estadounidense Harper’s se publicó un texto titulado “Una carta sobre justicia y debate abierto”, donde se defiende la libertad de expresión y se señalan los excesos que, muchas veces partiendo de causas justas, comete la llamada cultura de la cancelación. “La superación de las malas ideas se consigue mediante el debate abierto, la argumentación y la persuasión, y no silenciándolas o repudiándolas”, afirma el documento, que lleva la firma de 153 intelectuales de distintos ámbitos y líneas políticas; Noam Chomsky, Francis Fukuyama, Garry Kasparov y Joanne Rowling, entre otros. La diversidad y prestigio de los firmantes alcanzó para instalar el tema en medios de comunicación de todo el mundo, generando reacciones a favor y en contra. En el ámbito hispano apareció rápidamente una carta de apoyo abalada por figuras como Adela Cortina, Mario Vargas Llosa y Fernando Savater.

Autocancelación. Uno de los efectos más perversos de la censura es la autocensura, es decir, el silencio autoimpuesto por temor a sufrir represalias. Con la cancelación sucede lo mismo. Principalmente en redes sociales y otros medios donde todo puede quedar registrado, los usuarios se cuidan mucho de emitir algún comentario que choque con la opinión pública dominante y los exponga a dolores de cabeza cuya magnitud no pueden predecir. El lógico empobrecimiento que esto genera en medios que, bien utilizados, podrían favorecer el debate, va más allá de lo ideológico. Hay temas sobre los que ya nadie se anima a hacer chistes. Se están convirtiendo en tabú asuntos que, por su complejidad e implicaciones morales, son los más interesantes para discutir. De paso, estamos de acuerdo en que el humor tiene sus límites, pero no podemos perder de vista la distancia que separa a un chiste de una opinión.

¿Cuál es el problema? Los problemas son varios. Por empezar, no es justo que una persona se vea excluida de su trabajo o ámbito social por expresar una idea que se considera equivocada o hacer un chiste de mal gusto. Pero hay un problema más profundo del otro lado, que tiene que ver con la calidad democrática de la sociedad. El hecho de que tanta gente, mayoritariamente jóvenes por el ámbito en que esto sucede, tenga el insulto y la ridiculización como única respuesta ante una opinión que no comparte o que la ofende. Dejando de lado el respeto. Dejando de lado la oposición de argumentos racionales. Dejando de lado incluso la oportunidad de repensar la propia postura.

Cierro con un ejemplo en tiempo real. Mientras escribo este artículo tengo en la cabeza una famosa frase atribuida a un prócer que admiro mucho. Pero se trata de alguien muy mal visto por un amplio sector de la opinión pública. Entonces dudo. Hasta que me convenzo de no caer en la autocancelación y, sin olvidar que Sarmiento fue racista, me quedo con lo que dejó del otro lado de la balanza, que me parece mucho más, y sostengo que a las ideas se las discute, en todo caso se las refuta, pero nunca se las mata.

Sumanar RD

By: Leonardo Zanetti. Periodista.

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