La dualidad del futuro: trabajo y emociones

Las emociones nos acercan a lo que nos gusta y nos alejan del peligro, el dolor o la frustración, influyendo en buenos resultados. El contacto personal no puede ser reemplazado porque moviliza, nos hace cambiar emociones.

El trabajo es el lugar donde pasamos gran parte de nuestro día. Es donde podemos sentir emociones más intensas y de manera más frecuente. Un error que cometemos es ignorar las emociones, pensarlas como algo “irracional” y que es necesario ignorar. Sin embargo, siempre están ahí, influyendo en las decisiones, interpretaciones, conductas y relaciones humanas. La sociedad va cambiando de modo vertiginoso y con ella la demanda. Esto es algo que se ve y palpa dentro de las organizaciones. Las personas estamos comandadas por nuestros procesos mentales, la memoria, el funcionamiento del cerebro en cuanto a la toma de decisiones, la emoción, la creatividad entre otras. Las neurociencias y las ciencias del comportamiento pueden ayudar a diseñar mejores políticas públicas y privadas, sobre todo cuando se trata de las personas. No podemos dejar de pensar en las emociones como algo que nos sucede y que esta fuera de nuestro control. Las emociones son el marcador más básico, automático y rápido para acercarnos a lo que nos gusta y alejarnos del peligro, el dolor o la frustración. Son reacciones complejas que se producen frente a diferentes circunstancias de la vida, personal y laboral. Son necesarias para adaptarnos y resolver situaciones que exceden las capacidades de análisis lógico racional, ya sea por carencia de información más detallada o por la velocidad de las circunstancias que nos rodean. Nuestro cerebro toma decisiones todo el tiempo y no puede procesar permanentemente los pros y los contras de las decisiones que toma, influyendo en ellas las emociones. Sucede lo mismo en contacto con otros miembros de una organización, los cuales se ven afectado por energías emocionales positivas o negativas de sus compañeros. Toda emoción bien gestionada en una organización puede generar importantes cambios y crecimientos de una empresa. Estar al tanto de los estados emocionales de los grupos que se dirijan, conducirá a generar proyectos hacia el éxito. Además, cuando interactuamos con otros, nuestro cerebro cambia. No está aislado, es por eso que el atributo de los buenos lideres es la inteligencia emocional, la capacidad para generar empatía y trabajar en equipo. Hoy en día se sabe y se conoce del triunfo de los grupos, de los equipos de trabajo en lugar de individuos aislados. Hoy los equipos son los protagonistas. El contacto personal no puede ser reemplazado porque moviliza, nos hace cambiar emociones.

Por la situación global actual de pandemia del coronavirus, debimos acostumbrarnos y reinventarnos con el trabajo y la comunicación virtual. La tecnología es sin duda una ayuda e impacta en nuestra vida cotidiana, permitiéndonos conectarnos, pero generando un gran impacto en nuestras emociones, y comportamientos individuales y sociales. Los humanos, como especie, tenemos mecanismos que nos permiten adaptarnos a situaciones de adversidad. Debemos ser resilientes, responsables, creativos y solidarios. El miedo no debe paralizarnos. El contexto amenazante que estamos viviendo debe servir para activar sistemas del cerebro que tengan que ver con el manejo y la respuesta frente al peligro y la situación de incertidumbre. La adaptación frente al peligro puede ser muy útil para ayudarnos a la supervivencia, sin paralizarnos. Las estrategias de comunicación asertiva, la escucha activa, el percibir el apoyo de los otros como compañeros, supervisores, denominado apoyo social; se han convertido en herramientas fundamentales a la hora de incrementar los estados emocionales positivos.

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